Posiblemente no exista nada tan reconfortarte como comer un pollo asado en Mérida un domingo en pijama tras una noche cuanto menos agotadora. A priori pinta como un plan perfecto, pues ni las fuerzas ni la voluntad acompañan para ponerse a cocinar. Es más, tan solo la idea de moverse es comparable al más arduo de los maratones. Obviamente no hay nada en la nevera, ya que ayer sábado estabas en exceso cansado para hacer la compra. Las opciones se reducen a medida que el cansancio domina tu cuerpo. En realidad, nunca hubo demasiadas. La cabeza abotargada y la energía bajo mínimos tan solo permiten pensar en una cosa: comida.

Así las cosas, tú que te cuidas como nadie, valoras que un pollo asado en Mérida vale más que cualquier pizza grasienta y de dudosa calidad que puedas pedir. Como buen amante de la vida sana, entiendes que nada hay mejor para una pronta curación que la alimentación equilibrada. No obstante, es domingo y de todos es sabido que un capricho no cuenta estos días. ¿Ibas a pedirlo sin unas buenas patatas? Jamás harías eso, te debes a ti mismo una buena recompensa por la dura semana que has tenido. Porque vale, sabes que la carne de pollo es baja en grasas y alta en proteína y aminoácidos. Sabes también que es de fácil digestión y la cantidad de minerales que tiene. Pero también sabes que, de alguna manera, ese menú estaría incompleto si una buena sartenada de patatas.

Tranquilo, tú lo has dicho, es domingo y nada de esto cuenta. Así que, tras elegir la película o la serie que verás durante toda la tarde -no te engañes, no harás nada más-, llamas y al cabo de un rato tu deliciosa y saludable comida llama a tu puerta. Es entonces cuando desde Asadores Kikiriki sonreímos plenamente satisfechos de tu elección.