Comerse un pollo asado en Mérida se ha convertido en una de esas costumbres que no queremos perder. A todos se nos hace la boca agua recordando la última vez que con amigos o con familia disfrutamos de este manjar, que siendo sencillo se convierte habitualmente en el preferido de pequeños y mayores.

Y ahora déjanos alimentar tu mente y saciar tu curiosidad con algunos datos curiosos de esta suculenta comida que tanto nos gusta y que no paramos de traer a nuestra mesa.

El pollo era conocido ya en la antigüedad como un animal protector de la familia, por eso, en culturas antiguas se solía ofrecer a los dioses del hogar como ofrenda, ofrenda que más tarde se convertía en el banquete familiar. Los griegos ya lo conocían como un manjar no apto para todos, siendo un alimento restringido para las clases más altas. La forma más habitual de comerlo era en pincho, costumbre que se conserva hasta el día de hoy. Incluso museos griegos y romanos conservan los primeros hornos donde se asaban los pollos en la época clásica, los cuales se parecen a los nuestros ¡Seguro que comerse un pollo asado en Mérida ya era costumbre por aquellos años!

En la Edad Media se puso de moda y de esa tendencia nacieron muchas de las recetas de pollo asado que comemos hoy. Era común la creencia entre las mujeres y hombres de las cortes y entre los propios monarcas pensar que comer pollo cambiaba el carácter y nos poníamos más contentos.

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